La legalidad de trabajar con protusión discal en España depende de varios factores. Aunque la protrusión discal por sí misma no se considera automáticamente una discapacidad, puede resultar en limitaciones significativas y persistentes que podrían llevar a una incapacidad laboral permanente en algunos casos.
No obstante, cada situación es única y se debe evaluar individualmente. La consideración de la incapacidad laboral depende de cómo la protrusión discal afecta la capacidad del individuo para realizar sus actividades diarias y laborales. No está clasificada específicamente como una enfermedad laboral, pero si se puede demostrar que la condición proviene directamente de la actividad laboral, puede ser reconocida judicialmente en ciertos casos, especialmente en trabajos físicamente exigentes.
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La protrusión discal, también conocida como abombamiento discal, se define como el desplazamiento del disco gelatinoso ubicado entre las vértebras hacia la médula espinal. Este fenómeno ejerce presión sobre los nervios y ocasiona síntomas como dolor, malestar e interferencia con el movimiento fluido. En particular, esta afección se caracteriza por la ruptura parcial de las fibras internas del disco intervertebral, lo que impulsa este desplazamiento a través de la fisura del núcleo pulposo.
Además, la protrusión discal representa una etapa inicial en el desarrollo de una hernia discal, siendo una de las lesiones discales más comúnmente diagnosticadas. Este deterioro de la columna vertebral puede estar relacionado con afecciones de desgaste en esta región, y se manifiesta como daño en el disco que provoca su prominencia, resultando en dolor y malestar.
Para el tratamiento de la protusión discal y en casos de degeneración en una hernia discal, se recomienda un enfoque conservador. Esto incluye la toma de antiinflamatorios o analgésicos y cambios en los hábitos de vida, como realizar ejercicio físico para fortalecer los músculos de la espalda y abdominales, perder peso, y mantener una correcta posición postural. Además, se aconseja el uso de ortesis para aliviar el dolor y mejorar la posición postural, como las fajas sacrolumbares que proporcionan compresión y un efecto analgésico en las vértebras.
Por último, si tenemos que trabajar con protusión discal, es esencial fomentar medidas preventivas en el lugar de trabajo para minimizar los riesgos y mejorar la calidad de vida de los trabajadores, como usar una postura ergonómica y recibir capacitación adecuada para levantar objetos pesados, así como realizar ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular regularmente.
La forma correcta de escribir el término relacionado con el desplazamiento hacia delante es “protrusión“. Este término proviene directamente del latín “protrusio, protrusionis“, manteniendo su significado original. Las variantes “protusión” y “protución” son incorrectas en el idioma español, y su uso debería evitarse para mantener la precisión y evitar confusiones en la comunicación escrita.
A pesar de que “protusión” es un término que se ha utilizado con frecuencia, no se encuentra en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), lo cual resalta la importancia de adherirse a las normas ortográficas y gramaticales establecidas.
Trabajar con protusión discal requiere un enfoque cuidadoso y adaptado a la gravedad y las limitaciones específicas de la afección. La protusión discal es una condición común en la que el núcleo del disco intervertebral se abomba hacia afuera, generando dolor y limitación de movimientos.
Esta afección es más frecuente en personas que realizan trabajos que implican levantamiento de objetos pesados, posturas incómodas y movimientos repetitivos, y se agrava con la falta de actividad física y una mala postura, particularmente en aquellos que pasan largas horas sentadas frente a un ordenador.
Si la protusión discal impide trabajar, es posible solicitar una baja laboral. La duración de esta baja varía según la gravedad de la afección y la capacidad de recuperación de la persona. En general, el subsidio por incapacidad se otorga por un máximo de 365 días, prorrogables por otros 180 días si se anticipa una posible recuperación durante ese período.
Durante la baja laboral, es crucial tomar medidas para reducir la tensión en la columna vertebral, como evitar levantar objetos pesados y permanecer sentado por largos períodos. Los tratamientos pueden incluir fisioterapia o medicamentos para aliviar el dolor y reducir la inflamación.
En síntesis, trabajar con protusión discal puede ser viable, pero requiere un enfoque individualizado basado en la gravedad de la afección, adaptaciones en el lugar de trabajo, un tratamiento médico adecuado, y un fuerte énfasis en la prevención y el cuidado personal.
En España, obtener una paga por protusiones discales L4-L5 y L5-S1 está vinculado a la incapacidad laboral que estas lesiones generen. Se clasifican en cuatro grados de incapacidad permanente:
Sí, es posible obtener una incapacidad permanente debido a una protrusión discal. Esta condición se considera cuando una enfermedad o problema de espalda resulta invalidante para el desempeño de un trabajo y se cumplen los requisitos de cotización necesarios.
Las hernias discales y patologías relacionadas son ejemplos de condiciones que pueden llevar a solicitar esta incapacidad. Estas enfermedades son degenerativas, empeorando con el tiempo, y pueden afectar distintas áreas de la columna, como la zona lumbar o cervical.
Para que se conceda la incapacidad, es crucial que la patología sea crónica y degenerativa, y que no existan tratamientos que ofrezcan una curación. Habitualmente, se requiere que el paciente haya recibido tratamiento médico sin perspectivas de mejora, limitándose a terapias paliativas para reducir el dolor o las limitaciones. En estos casos, los afectados suelen recurrir a la Unidad del Dolor.
Según el artículo 193 de la Ley General de la Seguridad Social, para acceder a la incapacidad permanente es necesario presentar reducciones anatómicas o funcionales graves, susceptibles de determinación objetiva y que disminuyan o anulen la capacidad laboral.
La incapacidad permanente no se reconoce por la enfermedad en sí, sino por cómo esta limita al trabajador. La jurisprudencia ha establecido que la valoración de la incapacidad debe centrarse en las limitaciones funcionales derivadas de la enfermedad.
En el caso de trabajadores con hernias discales, es común encontrar limitaciones en el trabajo, especialmente cuando se acompaña de radiculopatía (nervio pinzado), que suele ser consecuencia de una hernia discal. La radiculopatía severa, especialmente en trabajos de alta carga física, puede ser un motivo para conceder la incapacidad.
Ciertas profesiones con esfuerzos físicos continuos, como albañilería o trabajos de construcción, tienen un riesgo más alto de desarrollar estas patologías. Sin embargo, no están exentos otros profesionales con hábitos sedentarios y prolongadas horas frente al ordenador.
Para entender qué trabajos son considerados de alto esfuerzo físico por el INSS, se puede consultar su guía de valoración profesional.
La Ley General de la Seguridad Social en España establece que para obtener una incapacidad permanente, las reducciones anatómicas o funcionales del trabajador deben ser graves, objetivamente determinables, y previsiblemente definitivas. No es la enfermedad en sí, sino cómo afecta la capacidad laboral del individuo lo que determina la incapacidad. La jurisprudencia ha enfatizado la importancia de evaluar las limitaciones funcionales derivadas de los padecimientos del trabajador.
Solicitar una paga por protusiones discales L4-L5 y L5-S1 en España implica entender que esto se enmarca dentro de las pagas por incapacidad permanente, las cuales se dividen en cuatro grados (lo explicábamos unos párrafos más arriba). Cada una de estas categorías está definida por el grado de limitación en la actividad laboral que imponen las lesiones.
Una vez entendido esto, sí, se puede solicitar una paga por protrusiones discales L4-L5 y L5-S1 si la enfermedad nos limita lo suficiente como para que afecte en nuestra vida laboral en, al menos, el 33% (para reconocer una incapacidad permanente parcial).
Para iniciar el proceso, es necesario obtener un informe médico, solicitar baja médica por incapacidad temporal (si se está trabajando o cobrando el paro), y presentarla ante la entidad gestora. Si la baja médica se extiende más allá de 365 días sin iniciarse un expediente de incapacidad permanente, se puede solicitar una prórroga de hasta 180 días, y luego una prórroga extraordinaria por otros 180 días si es necesario.
El proceso también incluye la evaluación por un equipo médico, que puede determinar si la lesión es susceptible de mejora, empeoramiento, o si es definitiva. El Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI) del INSS o de la mutua correspondiente determinará el grado de incapacidad permanente, el cual puede ser impugnado si el trabajador no está conforme.
Entre los requisitos para solicitar esta paga y no trabajar con protusión discal, se incluyen:
La documentación necesaria incluye:
La jurisprudencia en España sobre trabajar con protusión discal muestra un enfoque individualizado, considerando las circunstancias únicas de cada caso. La incapacidad laboral depende de la gravedad de la lesión, la profesión del afectado, y las limitaciones funcionales resultantes. A continuación, presento una síntesis detallada de la jurisprudencia y legislación relevante en este ámbito:
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