En la sociedad capitalista contemporánea, las entidades bancarias desempeñan un papel fundamental en el desarrollo económico. Sin embargo, con el incremento en número y complejidad de las operaciones financieras, ha surgido un aumento en las situaciones de abuso hacia los consumidores y usuarios por parte de estas instituciones. En consecuencia, ciertas ramas del derecho destinadas a garantizar la integridad y transparencia de los sistemas financieros han cobrado una importancia creciente en los últimos años. Una de estas áreas es lo que comúnmente denominamos como el derecho bancario.
El derecho bancario abarca las normativas que regulan las operaciones bancarias y financieras en su conjunto. A menudo, se utiliza en conjunto con el término derecho financiero, ya que muchas instituciones financieras se consideran bancos y se someten a regulaciones bancarias. Sin embargo, dentro de este ámbito, se aplican reglas específicas a diversos tipos de instituciones, como bancos, cajas de ahorro, cooperativas de crédito y otras entidades financieras.
Este campo también abarca las cuestiones relacionadas con los mercados financieros y las interacciones entre las entidades bancarias y sus clientes. De esta manera, el derecho bancario se ocupa tanto de las relaciones contractuales como de la estructura organizativa de las instituciones financieras.
Estos asuntos se dividen generalmente en tres tipos de operaciones:
Operaciones pasivas: Se refieren a la captación de depósitos y están relacionadas con cuentas corrientes, de ahorro, inversiones, entre otras. En estas operaciones, una entidad bancaria recibe y resguarda el dinero de sus clientes a cambio de un porcentaje de los intereses generados por el préstamo de esos fondos.
Operaciones activas: Involucran préstamos y créditos bancarios, donde la entidad bancaria otorga dinero a particulares en forma de préstamos, a cambio del cobro de un interés acordado.
Operaciones neutras o servicios bancarios: Engloban servicios como cobros, transferencias, depósitos, inversiones y otros servicios que un banco ofrece a sus clientes, sin necesariamente obtener un beneficio directo por proporcionarlos.
En resumen, el derecho bancario es crucial para mantener el funcionamiento adecuado de los sistemas financieros, proteger a los consumidores y garantizar la estabilidad económica, lo que a su vez contribuye al desarrollo y al crecimiento de la sociedad en su conjunto.
Es importante destacar que el derecho bancario no está contenido en un cuerpo normativo propio, a diferencia de otras ramas del derecho como el civil, penal o laboral. Aunque a menudo se asocia con el derecho mercantil, también se ve influenciado por el derecho administrativo debido a su relación con el sector público.
En términos generales, el derecho bancario se encuadra dentro del ámbito del derecho privado, sin dejar de reconocer su estrecha conexión con el derecho público.
Las normas que componen el derecho bancario pueden clasificarse según el contexto normativo en el que se encuentran:
Estos cinco ámbitos representan las áreas principales del derecho bancario. Sin embargo, dada la realidad socioeconómica actual, también se encuentran regulaciones relacionadas con el derecho bancario en diversas otras áreas normativas, como las laborales, civiles, de derecho internacional… entre otras.
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